Los efectos de la pandemia, la actual guerra en Europa y la revolución tecnológica están generando un entorno de altísima incertidumbre social, empresarial y geopolítica.
La tecnología es una palanca clave en la sostenibilidad y, a su vez, una generadora de brechas, como ya quedó patente con el auge de su utilización y necesidad durante la pandemia. En el caso de España, la digitalización básica alcanza el 64%, cerca del objetivo planteado por Europa de llegar a un 80%. En esta digitalización, tienen especial relevancia las pymes, que forman más del 90% del tejido empresarial español. Más allá de esta digitalización existen tres brechas a las que se debe prestar atención para reducirlas. La primera de ellas es la de género, común en Europa, pero más acentuada en España, ya que las mujeres solo representan el 19% en organizaciones tecnológicas. La segunda, la diferencia entre las pymes y las grandes empresas, y lo que pueden ofrecer a nivel digital cada una. Y, por último, la relacionada con la colaboración público-privada, donde se debe trabajar más.
Las empresas están mostrando una gran voluntad de mejorar el impacto social que tienen. Porque es lo correcto y porque es rentable.